NOVELAS ESCULPIDAS
Yaiza Martín
Ganador I Concurso de Microrrelatos FAN La Muela 2024. Categoría Juvenil
Una plaza abandonada en un pueblo cualquiera, y en su centro una estatua, seguro es una escultura ¿no?, eso murmuraban los policías alertados antes de que una gota carmesí comenzase a bajar por la mejilla, la pintura blanca comenzó a caer al suelo como los pétalos de una flor marchita, hasta revelar el cuerpo sin vida de una mujer, la cual había sido mutilada para formar la posición de la estatua. Tenemos a un asesino entre nosotros. Mientras tanto, Diego Montalvo se encontraba en el escritorio de su casa intentando buscar inspiración para su próxima novela de renombre, La Mujer en rosas, si… ese es un buen nombre. Posó su dedos sobre la máquina de escribir y tras acabar con ese título procedió a llevarse su maletín, unos guantes y a salir por la puerta de su pequeño apartamento.
El señor Gálvez, comisario del cuartel local, se encontraba leyendo el periódico a altas horas de la noche hasta ver un titular interesante- “Diego Montalvo, escritor de La mujer en Rosas”- El comisario se dispuso a correr hacia la comisaría creyendo haber encontrado algo que les pudiese ayudar con el caso, pero en la oscuridad de la noche, gracias a las frías luces que guiaban el camino, una sombra se mostraba tras Gálvez, la cual, llevaba unos guantes… y un maletín.
SOLEDAD
Antonio Izquiero
Ganador I Concurso de Microrrelatos FAN La Muela, 2024. Categoría Adultos.
El niño intento encender una luz inexistente. Vivía en el país del olvido, a los pies de su cama. Soñaba con risas auténticas, pero solo las encontraba de cristal. Navegaba entre el estrecho sendero de lo real e ilusorio, se veía jugando en el parque, donde le acariciaba el sol, pronto diluido por su oscura habitación.
Descubrió que no le asustaba la oscuridad, se había acostumbrado a ella, eran otras realidades las que le aterraban. Como los temblores, que no podía contener, con los que a veces se mordía la lengua con tanto empeño que la sangre brotaba incontrolable. Era en esos momentos cuando más anhelaba los abrazos vacíos de su inalcanzable madre.
Un día el temblor no cesó, continuo arrítmico hasta llegar al corazón, que exprimió y destruyó. ¡Mama! Esperó el fútil sonido del picaporte, pero ya viaja perdido hacia su pequeño país del olvido